Jorge Manrique

Jorge Manrique (1440–1479) pertenecía a una familia noble y culta que conjugaba las armas y las letras. Su tío y su padre fueron poetas y caballeros. Su obra es breve, pero ‘Las coplas a la muerte de mi padre’, homenaje al comendador Manrique, muerto tras una larga vida de luchas nobiliarias, merecen un lugar en cualquier antología de la poesía española. Como dijo Pedro Salinas: «Le tocó ser poeta solo una vez, pero de tal manera que vivirá para siempre».

Francisco de Quevedo

El poeta conceptista por excelencia, Francisco de Quevedo (1580-1645) tenía un dominio del lenguaje absoluto. Es uno de los poetas más reflexivos de la lengua castellana, irónico y crítico con la sociedad de su época a la que reprocha su poca honradez y egoísmo. Se puede comprobar esta actitud en la mordaz letrilla satírica ‘Poderoso caballero’, en la que el poeta critica el poder del dinero en una época en la que todo se podía comprar con oro y plata.

Félix María de Samaniego

Conocido en su época por sus escritos festivos y eróticos y por su crítica implacable contra la política y la religión, Félix María de Samaniego (1745-1801) publicó sus ‘Fábulas’ de animales en 1781, a imitación de los clásicos Fedro y Esopo. En ellas ridiculiza los defectos humanos a través de la ironía y con un lenguaje sencillo accesible a todos los públicos.

Gustavo Adolfo Bécquer

Con Gustavo Adolfo Bécquer (1836–1870) se inicia la lírica contemporánea. En sus ‘Rimas’ se une el romanticismo tardío con la voluntad de reducir sus excesos sentimentales. Sus poemas reflejan el amor del poeta por la poesía y por la mujer; ambas a veces se confunden, como en la rima XXI que termina con los versos más conocidos de Bécquer: «Poesía eres tú». Su obra ejerció una influencia decisiva en multitud de poetas, desde Rubén Darío o Antonio Machado hasta Juan Ramón Jiménez y los miembros de la Generación del 27.

Federico García Lorca

Federico García Lorca (1898-1936) es uno de los poetas más importantes del siglo XX. Agudo observador de las costumbres de la sociedad rural, en su poesía creó un lenguaje personal en el que las formas populares se combinaban con metáforas audaces y sorprendentes. Adscrito a la Generación del 27, junto a autores como Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego o Luis Cernuda, pasó como ellos de la experimentación más vanguardista al compromiso social, examinando en libros como ‘Poeta en Nueva York’ la soledad, la angustia y la despersonalización en la vida moderna. Su obra teatral, en la que se centró durante sus últimos años, se considera, además, como una de las cumbres del género junto a la de otros contemporáneos como Valle-Inclán o Buero Vallejo.

María Beneyto

Poeta y narradora, María Beneyto (Valencia, 1925-2011) pertenece a la generación valenciana de posguerra. Con más de una treintena de títulos, su poesía se mueve entre el simbolismo lírico y el realismo social y evoca la angustia del paso del tiempo, reivindicando también el papel de la mujer en el ámbito creativo. Su obra es un canto a la memoria de las generaciones anteriores y, al mismo tiempo, resulta muy innovadora al abordar cuestiones sociales desde una visión surrealista influida por lenguajes como el del cine. Desarrolló su narrativa y poesía en castellano y valenciano y, en 1992, recibió el Premio de Honor de las Letras Valencianas.

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Iriarte y Samaniego fueron los dos máximos exponentes del género de la fábula en España. Tomás de Iriarte (1750-1791) fue, además de fabulista, poeta, dramaturgo y músico aficionado. Desarrolló una intensa vida social y en Madrid y se volcó en su carrera literaria mientras trabajaba como traductor para la primera Secretaría de Estado. Debe su fama a las 'Fábulas literarias' (1782), entre las que figura la famosa 'Los dos conejos' donde acuñó la expresión «son galgos o podencos». Por su parte, Félix María de Samaniego (1745-1801) publicó sus ‘Fábulas’ de animales en 1781, a imitación de los clásicos Fedro y Esopo. En ellas ridiculiza los defectos humanos a través de la ironía y con un lenguaje sencillo.